¿Qué es el Síndrome de Burnout?
También llamado Síndrome de Agotamiento Profesional o Síndrome de Quemarse en el Trabajo (SQT), fue el psicólogo germano-estadounidense en 1974 Herbert J. Freudenberger quien realizó la primera conceptualización de esta patología. Está asociado a un estado de tensión emocional y estrés crónico, causado por situaciones laborales desfavorables, que acarrea una pérdida del interés por las tareas, baja autoestima, y puede conducir a la depresión.
A pesar de ser un problema cada vez más común en las empresas, el síndrome de Burnout sigue siendo un tema tabú a la hora de visualizarlo, ya que muchas veces se lo asocia con problemas propios del colaborador. Pero la realidad demuestra otra cosa, y es que cada vez son más los profesionales afectados por este síndrome.
No se trata solamente de un estado de ánimo en un momento particular. El colaborador ha llegado a un límite en el que siente que la situación lo sobrepasó por completo y ya no podrá continuar trabajando y produciendo en su ritmo normal. Autores como Maslach, Schaufeli y Leiter en el año 2001 definieron el Burnout como "una respuesta prolongada a estresores crónicos a nivel personal y relacional en el trabajo, determinado a partir de las dimensiones conocidas como agotamiento, cinismo e ineficacia profesional”.
Es importante diferenciar el Burnout de otras afecciones como el estrés laboral. Este último hace referencia a procesos relativamente breves mientras que el Burnout es consecuencia de una situación prolongada de desajuste entre las demandas y los recursos laborales.
¿Cuáles son los síntomas del Burnout que pueden afectar a la organización?
- A nivel somático: fatiga crónica, cansancio, frecuentes dolores de cabeza, espalda, cuello y musculares, insomnio, alteraciones respiratorias, alteraciones gastrointestinales, hipertensión, etc.
- A nivel conductual: comportamiento suspicaz y paranoide, inflexibilidad y rigidez, incapacidad para estar relajado, superficialidad en el contacto con los demás, aislamiento, actitud cínica, incapacidad de poder concentrarse en el trabajo, quejas constantes, comportamientos de alto riesgo como conductas agresivas hacia los clientes, absentismo, consumo de sustancias psicoactivas, tranquilizantes y barbitúricos.
- A nivel emocional: agotamiento, expresiones de hostilidad, irritabilidad y odio, dificultad para controlar y expresar emociones, aburrimiento, impaciencia e irritabilidad, ansiedad, desorientación, sentimientos depresivos.
- A nivel cognitivo: baja autoestima, baja realización personal en el trabajo, impotencia para el desempeño del rol profesional, fracaso profesional, etc.
Los síntomas afectan la relación laboral y trae una serie de consecuencias:
- Disminución de la productividad y la eficiencia: Una de las primeras manifestaciones que aparecen es una baja en la productividad. Las tareas se van acumulando, y el colaborador al no sentir ganas ni motivación, esas tareas no las ejecuta y se transforman en pendientes que afectan a la productividad de la empresa.
- Rotación de empleados: muchas veces ocurre que los empleados que se sienten sobrepasados con la tarea, piensan en abandonar su puesto, o pasarse a otro en el que no se sientan tan estresados, y eso conlleva pérdida de talentos, dinero y tiempo. Tres factores fundamentales.
- Employer Branding: Los empleados de una empresa, forman parte de su marca personal. Cuando estos están motivados, y con energía positiva, la imagen de marca de la empresa, también estará en alza. Mientras que colaboradores estresados transmitirán mensajes pesimistas y negativos de la organización.
Recomendaciones para evitar el Burnout en tus colaboradores:
- Distribuir el trabajo: esto es fundamental sobre todo cuando en el equipo siempre hay uno que parece disfrutar el hecho de hacerse cargo de más cosas de las que debería. Aunque parezca buena voluntad y las tareas se realicen en tiempo y forma, tarde o temprano, se colapsará de trabajo y lo más seguro es que le falte el carácter para reconocerlo y termine perjudicando al equipo.
- Elección de roles: Ser un líder implica tomar decisiones permanentemente, pero también conocer en profundidad a las personas que forman parte del equipo. Sus debilidades y fortalezas. Esto ayudará a poder asignarles tareas que disfruten en vez de padecerlas, y así colaborar a la motivación general.
- Practica la flexibilidad: un líder que escucha, es empático y toma decisiones en base al contexto particular, y no teniendo en cuenta pautas antiguas, hará que los colaboradores trabajen con más libertad y en un entorno más amigable, y menos propenso a las tensiones.
- Fomentar la comunicación: este punto es crucial para el éxito. Poder opinar y sentirse escuchados es la base de todo. La libertad de expresión hará que los empleados se sientan valorados y respetados dentro de la empresa. Además, darles un feedback, cada tanto, es la mejor manera para que logren sentirse parte.
Todos los esfuerzos por parte de los líderes, estarán no sólo en retener al colaborador, sino en evitar que llegue al extremo del BURNOUT, lo que podría generar grandes pérdidas económicas a la empresa. Por eso es importante estar en constante comunicación con los empleados, tanto directa (con feedbacks personalizados) como indirectamente (a través de encuestas de pulso, clima, entre otras), para anteponerse a las situaciones más extremas y actuar a tiempo.